¡Vuelve a lo básico...trabaja en lo importante!
Cuando somos niños, solemos disfrutar de las golosinas y de todo aquello que nos brinde placer inmediato. Esos pequeños instantes, como el momento en que degustamos un pastel deseado, llenan nuestro paladar de alegría. Minutos después, ese placer entra en nuestro torrente sanguíneo, nuestras pupilas se dilatan como el sol al amanecer en primavera, y antes de que el efecto desaparezca, ya queremos otra rebanada. Sin supervisión adulta, probablemente tomaríamos otra y la acompañaríamos con un refresco.
En la felicidad ocurre algo similar. Sin duda, es placentero experimentarla, pero perseguir constantemente "la felicidad" —como muchas veces nos lo han vendido— puede no ser lo más oportuno para nuestras vidas. En esa búsqueda obsesiva podemos perdernos de otros sabores que la vida nos ofrece. La felicidad, al igual que el pastel, ocurre en un instante. Es un latido, un pico que sobresale en una gráfica: notorio, agudo y efímero. Pero, al igual que una subida repentina de azúcar, puede ser peligrosa si se busca obsesivamente repetir esa experiencia una y otra vez.
La invitación aquí es madurar nuestro paladar emocional y aprender a degustar todas las emociones, como quien degusta un plato equilibrado en una comida completa. La felicidad, al ser un momento fugaz, no siempre estará en su punto más alto. Comprender esto nos ayuda a aceptar que la felicidad no es un estado continuo, sino un bit que cambia nuestra frecuencia emocional, algo que nos motiva, pero que también puede hacernos perder de vista otros platillos de la vida.
No debemos quedarnos únicamente con los sabores dulces que nos complacen, sino abrirnos a todas las emociones que nutren nuestra experiencia humana. Incluso los momentos menos dulces tienen un propósito, y es en ellos donde encontramos la posibilidad de crecer y vivir en plenitud. Ampliar nuestra mirada nos lleva a valorar la dicha de simplemente estar vivos, disfrutando incluso de los momentos que no parecen "felices".
Así, practicando esta perspectiva, quizá no logremos una vida "feliz" en el sentido convencional, pero sí una vida en armonía. La felicidad es una emoción; un bit. La armonía, en cambio, es un estado.
RefleAcción ¿Qué emociones estás dejando de experimentar por enfocarte únicamente en la búsqueda de la felicidad?
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Autor: Oscar Terrazas